(extracto del informe de sistematización del proyecto MovilizArte de ASAD, 2019)
SISTEMATIZACIÓN DESDE EL ENFOQUE DE GÉNERO E INTERSECCIONALIDAD
La sistematización aporta propuestas de trabajo, documentos y materiales que permitan devolver la experiencia tanto a quienes han participado en el proyecto como a otras personas interesadas en aprender de ella y/o replicarla. Este aporte se realiza en tres niveles: contribuye a la continuidad del mismo proyecto o de proyectos similares, aporta a las experiencias similares de otras organizaciones que trabajan en el ámbito de la educación para el desarrollo, comparte una reflexión con diferentes actoras vinculadas con la implementación del proyecto.
Creamos una propuesta de sistematización basada en la teoría y metodología de la etnografía de la educación, en los métodos colaborativos, en la formación en estudios de género y en nuestra experiencia laboral previa con colectivos de mujeres inmigrantes y gitanas.
Nuestro objetivo no era solamente recuperar saberes desde la práctica, sino también, a través de la mirada de la sistematización, hacerlos críticos a ciertos episodios (Messina Raimondi, 2004: 20). Por medio de ello, intentamos generar una mayor conciencia sobre todo el proceso de aprendizaje, para sentar las bases de una manera de sistematizar que cuente con esa mirada crítica por parte de las mismas personas que realicen el proyecto. (Pereira, 2016) En la recuperación del proceso vivido y en la interpretación crítica de la experiencia en la perspectiva dialéctica (Jara, 1994) “se parte de conocer el proceso social desde adentro, como personas participantes en él, que estamos implicadas y comprometidas en la construcción de alternativas diferentes” (Bermechea, González y Morgan, 1994: 126). Por lo tanto, diseñamos el proceso de sistematización con la intención de crear un proceso colectivo en el cual las diferentes actoras se involucren no solamente en la recolección de datos sino también en una reflexión que aporta al aprendizaje: imaginamos una estructura en la cual las mismas formadoras estén involucradas activamente en la sistematización del proceso. Nuestra idea fue establecer la base de una estructura que pueda seguir desarrollándose en el futuro, poniendo siempre menos énfasis en el papel de las sistematizadoras.
Pensar la sistematización como una visión crítica de la realidad implica necesariamente asumir una perspectiva crítica frente a los procesos de desarrollo, los proyectos ejecutados y frente a la misma sociedad. Por lo tanto, supone no solamente una autocrítica por parte de las participantes en el proceso, sino también una crítica ante las injusticias y las relaciones de poder en la sociedad. (Jara, 1994) Por lo tanto, el enfoque interseccional ha sido nuestro acercamiento principal, no solamente desde un punto de vista analítico, sino también de la práctica, que nos aseguró ir más allá de los conceptos de equidad de género y de diversidad cultural detectando conexiones entre las múltiples opresiones y discriminaciones presentes en todos los niveles y las dinámicas del mismo proyecto.
EL PROCESO DE LA SISTEMATIZACIÓN
La planificación del proceso y de las herramientas
El primer paso fue la organización de un taller inicial con los equipos de formadoras, a través del cual buscamos abrir un espacio de reflexión sobre los objetivos del proyecto y sus conceptos claves.
Los equipos del proyecto han definido como posibles herramientas la evaluación continua en forma de diario de campo registrado después de cada sesión, las dinámicas grupales o a través de post-its dirigidas a identificar las expectativas de las asistente, y la diana en su forma cuantitativa y cualitativa.
Seguimiento del proyecto
Creamos un formulario de acompañamiento de tres partes para las formadoras. La primera contiene información básica y descripción general de los cursos y sus contenidos, la segunda contiene preguntas más específicas sobre las dinámicas aplicadas durante los procesos de formación y también incluye una exhortación a las formadoras para que compartan las evaluaciones de las participantes obtenidas a través de la dinámica de evaluación elegida por cada equipo. La tercera parte del formulario es más bien un ‘guión’ que contiene preguntas de reflexión sobre diferentes aspectos, en virtud de las cuestiones y dificultades definidas anteriormente y los objetivos del proyecto.
También participamos en una o dos sesiones de cada curso, involucrandonos en las dinámicas junto a las demás participantes, para tener una experiencia de primera mano sobre los procesos de aprendizaje puestos en práctica. Igualmente presenciamos como público en la mayoría de los eventos y acciones del proyecto.
Por último, las entrevistas finales a las participantes, realizadas en diferentes formatos (grupales/individuales, escritos/orales) nos proporcionaron un análisis más profundo sobre las temáticas destacadas en virtud de las evaluaciones ya devueltas y de nuestras propias observaciones.
El taller de cierre de sistematización ha sido un espacio para compartir las buenas prácticas y las características principales de las mismas, permitiendo además una reflexión sobre los desafíos encontrados durante los cursos. Asimismo, las participantes han formulado recomendaciones sobre las asistencias en los cursos, la coordinación entre equipos y cursos, la logística y la sistematización.