Entre las actividades de nuestra red orientadas a la creación de espacios de intercambio y aprendizaje colectivo, estamos también interesadas en las prácticas de cartografía crítica. En los últimos dos años, hemos utilizado en varias ocasiones el mapeo colectivo como herramienta de participación, reflexión y acción en nuestras actividades. Nos gustaría por lo tanto promover un espacio de reflexión sobre la cartografía crítica y sus métodos y prácticas aplicadas para examinar conjuntamente de qué manera se puede utilizar la cartografía en los movimientos y contextos de activismo, también desde una perspectiva feminista.
Hemos pedido a varixs activistas y colaboradorxs de nuestra red reseñar la obra ‘Not an altas’ del Colectivo Orangotango+ y compartir unas reflexiones sobre estos aspectos en sus contextos de activismo. A partir de esta semana, con periodicidad semanal, vamos a publicar en nuestra pagina web tres reseñas en diferentes idiomas: español, italiano y húngaro.
Este no es un Atlas – Una lectura feminista
por Levadura Crítica
El libro This is not an atlas. A global collection of counter-cartographies, ha sido coordinado y editado en 2018 por el Kollektiv Orangotango+, una red de geógrafos y geógrafas críticas, amistades y activistas que trabajan sobre cuestiones relativas al espacio, al poder y a la resistencia.
Si generalmente los mapas y atlas han sido vistos como una descripción más o menos completa de las realidades que representan, como si se tratara de un conocimiento literal y verdadero, no se puede olvidar sus fuertes vínculos con el poder y la hegemonía de quienes los promueven. Los mapas no solo han sido concebidos desde una mirada hegemónica sino que esa mirada ha sido también masculina —y desde el Sur Global añadirían blanca y occidental; pues los mapas fueron tecnologías empleadas para la colonización. De ahí que las contra-cartografías nos ayuden a desvelar desde una mirada feminista los territorios que nos negaron (del Valle 2000). Desde el enfoque feminista, ecologista y decolonial del presente libro, los mapas no son entonces simplemente representaciones de la realidad, sino que articulan relatos moldeados por las relaciones, discursos y prácticas sociales, en un proceso de retroalimentación y beneficio mutuo.
¿Cómo se articula la relación entre cartografía y patriarcado? Si la cartografía ha consistido en documentar la apropiación de los territorios, el patriarcado se caracteriza por la apropiación de los cuerpos de las mujeres. De ahí que las contra-cartografías aúnen ambas luchas y extiendan su significancia al entender el cuerpo como territorio, como de batalla, vivencia y emociones (Cruz 2015; Cruz et al. 2017). De ahí que tanto los mapas como los atlas tengan siempre un componente político que, en este caso, se materializa en relatos críticos sobre lo que sucede, pero también en relatos propositivos sobre los mundos a los que se aspira. Porque los mapas son herramientas poderosas, es necesario seguir cuestionando y reinterpretándolos para asegurarnos que todavía siguen siendo útiles para los propósitos de emancipación. Precisamente, porque el feminismo es una posición, un lugar crítico y localizable (Haraway 1991), las contra-geografías serán situadas entendiendo el mundo desde los propios colectivos que habitan un territorio, el territorio como vida. En este sentido las contra-geografías funcionan también como malla del/por el territorio que a la vez que sostiene, impulsa.
El objetivo de This is Not an Atlas es, por tanto, inspirar, contribuir a visibilizar a la gente que no tiene voz o representación y servir como compañero útil de toda aquella persona o colectivo que quiera introducirse en el uso de las contra-cartografías. Para ello, incluye más de cuarenta de estas sobre diferentes contextos y regiones que recorren desde los territorios indígenas en el Amazonas al movimiento anti-desahucios en San Francisco; de defender los comunes en México a mapear campos de refugiados con globos en el Líbano; de los barrios bajos en Nairobi a las okupas en Berlín; de comunidades de apoyo en Filipinas a denunciar el acoso sexual en el Cairo, entre otros.
Los mapas fueron producidos con un amplio rango de técnicas, prácticas y personas, entre las que se cuentan activistas, educadoras críticas, investigadoras militantes, artistas y movimientos sociales, que buscan mapear por una causa. Desde este enfoque, las contra-cartografías serían herramientas para contribuir a las luchas sociales, rompiendo con las convenciones de los atlas tradicionales y dando forma a otros contra-atlas. Todo ello, sin olvidar que el mapa nunca podrá ser el territorio y que las luchas no se decidirán en el papel, entendiendo estas representaciones como un punto de partida o una herramienta que puede ayudar al análisis, pero nunca hablar por ellas mismas.
El libro organiza los mapas y proyectos en capítulos según sus causas y motivaciones, teniendo en cuenta que la mayor parte de los mapas tienen más de una razón de ser. En el primer capítulo, los mapas se utilizan como una “herramienta para la acción”, orientadas a cambiar directamente el espacio que nos rodea. En el segundo capítulo, los mapas se utilizan para “vincular redes”, para fomentar el diálogo y el intercambio entre unas iniciativas y otras. En el tercer capítulo, los mapas sirven para descubrir problemas sociales y “crear presión política”. En el cuarto capítulo, “la contra-cartografía es educación”, los mapas pueden ser parte del trabajo educativo crítico, no solo sirven para criticar las imágenes cartográficas hegemónicas, sino también como una invitación para “convertirse en un cartógrafo ocasional”, a través de procesos de mapeo autoorganizados como se puede ver en el quinto capítulo. Como muestra el capítulo sexto, las contra-cartografías contribuyen a “crear visibilidad” para grupos y procesos “invisibles”, rompiendo el silencio cartográfico. En el capítulo séptimo, los contra-mapas “muestran subjetividad espacial”, lo que permite a las personas visualizar sus geografías y percepciones personales del espacio. Esto va de la mano con su potencial para iniciar y apoyar los procesos de “autorreflexión” que se muestran en el capítulo octavo. En el capítulo final, las contra-cartografías articulan la “crítica de la sociedad”, de las imaginaciones cartográficas dominantes y de los mapas críticos.
Al poner el foco en discutir los aspectos prácticos de los proyectos de mapeo, este libro incluye no solo una presentación de varios métodos y técnicas para crear mapas, sino también una exploración de diferentes temas políticos y contextos regionales en los que los mapas son importantes. Así pues, por una parte, resulta una herramienta fundamental para comprender el funcionamiento de las contra-cartografías en su diversidad de formatos y utilidades y, por otra, visibiliza desigualdades existentes en el mundo y las respuestas políticas –en su amplio sentido- que se dan desde las propias poblaciones y movimientos sociales.
La lectura de este libro nos anima a seguir construyendo contra-geografías porque como señalan Raquel Gutiérrez (2013) y Rita Segato (2013) nos queda por delante “una enorme tarea cartográfica y micropolítica en lo que respecta a la reconstitución de potencias comunitarias en los territorios afectados por la violencia instaurada por la economía rentística” (Sztulwark 2015).
El mapeo colectivo como herramienta para la transformación social en el contexto local
Aterrizando en nuestros contextos locales, el mapeo colectivo se postula como una herramienta eficaz para trabajar y reflexionar sobre múltiples aspectos que tienen que ver con nuestra vida y luchas cotidianas, en una circunscripción urbana y trabajando con colectivos barriales y municipales. La utilidad de esta herramienta sigue los mismos designios que algunos de los ejemplos recopilados en el libro. Por una parte, sirve para conocer de primera mano, las diferentes perspectivas, inquietudes y deseos que sobre el territorio tiene la vecindad entendida en un sentido amplio, donde cabe no solo aquella población que tiene una vivienda en el mismo sino toda aquella persona que trabaja, estudia, forma parte del tejido asociativo o simplemente siente el barrio como propio. Por otra parte, contribuye a identificar los principales retos que debe afrontar un territorio como comunidad. Un conocimiento que se puede transformar en acciones tanto de denuncia y visibilización de determinadas carencias o conflictos, como de creación colectiva de aportaciones que acerquen a la vecindad hacia el barrio que desean como comunidad. Todo ello, sin olvidar que el mapeo colectivo no deja de ser una herramienta, y que, por tanto, requiere de enmarcarla dentro de un proceso que responda a alguna causa concreta.
Finalmente, la multiplicidad de formatos en los que se puede trabajar y su carácter interactivo hacen de esta herramienta una oportunidad de acumular conocimiento actualizado de nuestras realidades, de cara a seguir trabajando por mejorar la calidad de vida en los barrios.
Bibliografía
Cruz, Tania (2015). Todos los días mi cuerpo es un territorio que libra batallas: Dialogando con el concepto cuerpo-territorio, I congreso internacional de comunalidad, Ciudad de puebla, México.
Cruz, Tania; Vázquez, Eva; Ruales, Gabriela; Bayón, Manuel y Miriam García (Colectivo Miradas Criticas del Territorio desde el Feminismo) (2017). Mapeando el cuerpo-territorio. Guía metodológica para mujeres que defienden sus territorios, Quito: Clacso.
Del Valle, Teresa (2000). La organización del tiempo y del espacio: análisis feminista de la ciudad, Zainak. Cuadernos de Antropología-Etnografía, 19: 53-60.
Gutiérrez, Raquel (2013). Conocer las luchas y desde las luchas. Reflexiones sobre el despliegue polimorfo del antagonismo: entramados comunitarios y horizontes políticos, Acta Sociológica, 62 DOI: 10.1016/S0186-6028(13)70997-6
Kollektiv orangotango+ (2019). This Is Not an Atlas. A Global Collection of Counter-Cartographies, disponible en https://notanatlas.org/book/
Segato, Rita (2013). La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Buenos Aires: Tinta Limón Ediciones.
Sztulwark, Diego (2015). Prólogo a La Sublevación como teoría política del cuerpo, de Franco Berardi, Bifo, Barcelona: Artefakte.
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